martes, 4 de mayo de 2010

Triatlón de Fuente Álamo (1/05/10) por Fernando Bregón





"Triatletas, están a las órdenes del Juez de Salida"..... el corazón se me sale por la boca y sin solución de continuidad suena el bocinazo, Alfonso mira hacia atrás, donde yo estoy, y me grita desgarrado "¡VAAAAMOOOOSSSSS!" y a partir de ahí todo son mil sensaciones que necesito compartir, mil detalles que a uno se le quedarán grabados en la memoria para siempre.
Nos acercamos al box de transición de Fuente Álamo con las bicis, todo parece funcionar correctamente, cambia bien, frena bien y allí, en el cesto 524, quedan las zapas de running y la gorra, nada más. Me pintan los dorsales en brazo y pierna y me separo de “mi chica” que pasa a formar parte de una multitud de otras tantas novias de diferentes nombres: Pinarellos, Orbeas, Specializeds, etc., que entran en el trailer ante el que rogamos que no se golpee en exceso durante el viaje a la Costa. Nosotros bajamos después, en autobús, después de haber repasado mentalmente si llevamos todo lo necesario en el macuto. Mucho calor, nervios, varios tragos al agua y análisis visual de la ruta, de ese puerto que no conozco, me parece demasiado duro para mi preparación, ¡sufriré!. En la zona del box del Rihuete primera meada, accedo y recoloco diez veces el material, la bomba de Alfonso se rompe, otro trialeta salvador le presta una. Otra meada, vaselina en zonas delicadas, mochila al coche y de nuevo al box para acceder a la playa. Salen las chicas, ni me entero, allí va Silvia, le deseo suerte en mi cabeza desde la arena. Nos despedimos de Marta que se vuelve a Fuente Álamo y me pongo el neopreno, un poco de nado previo para calentar y ajustar bien el traje de goma y a esperar; demasiado rato hay que esperar, me agobia la sensación de pretura, tengo calor, mucho calor, el agua está en calma. Sale el grupo de élite, y después, enseguida, el primero de los grupos de edad, nos toca ya...!!!
Me meto en el agua corriendo, sigo corriendo hasta que pienso que cubre lo suficiente para zambullirme en el agua, empiezan los golpes, muchos golpes, primer trago de agua, no puedo avanzar bien con tanta gente, más golpes, patadas, otro trago de agua, hasta cuatro en total diría yo, intento buscar mi sitio y parece que se aclara el panorama, trato de concentrarme y mirar hacia los globos de colores con frecuencia para llevar buena trayectoria, no puedo hacer respiración bilateral para avanzar más, ¡imposible!. Me relajo y con más agua libre intento poner en práctica lo aprendido con Ramón en los entrenos, cuidar la técnica, aprovechar mi patada de crol. A la altura de las boyas el agua se mueve algo más, hay más olas pero son pequeñas. A otro trialeta no parece gustarle ni mi compañía ni mi cercanía ya camino del arco negro de la playa, su brazo derecho y el mío izquierdo se tocan en cada brazada y empieza a golpearlo, se me hinchan las narices y le pego un buen empujón con los dos brazos, no vuelvo a saber nada de él.
Salgo del agua y me bajo el neopreno hasta la cintura, me tomo el tiempo en la alfombra de la arena, recuerdo las palabras de Silvia y no me quito nada hasta pasar las duchas. En el box echo gorro y gafas a la bolsa y me siento en el suelo para sacarme con calma el traje de goma que acaba también dentro de la bolsa azul. Agarro casco y gafas y me dispongo a salir pero un juez me para y me echa a un lado: "ponte el dorsal"..... ¡me he olvidado de ponerme el dorsal en la cintura, si seré idiota!, lo había dejado en el manillar.
Los primeros metros en la bici me cuesta respirar, creo que aquí estoy más nervioso que en el agua, es mi peor deporte, de nuevo intento relajarme, mi crono se ha parado, sin querer he debido tocar el botón de stop. Bebo agua y me tomo el frasquito de gel que había preparado. Me pasan varios triatletas pero me uno a un grupeto que parece interesante, enseguida me alcanza Alfonso "pégate a mi rueda" y vamos juntos un par de kms., empieza a llover, se escapa, va muy fuerte en la bici al contrario que yo y no puedo seguir ese ritmo "no me esperes, tira" le digo y me vuelvo a quedar solo buscando mi sitio, me uno a un segundo grupo pero tengo fuerza, el gel hace su trabajo y tiro para arriba. Veo a un triatleta que ha tenido una avería y va caminando empujando la bici y con la cadena partida en la mano izquierda, para él acabó todo, pido no tener yo tan mala suerte. Un motorista de la Guardia Civil nos va escoltando, el puerto se me hace menos duro de lo esperado, me pongo de pie en las rampas más duras del final y corono. Allí está la Cruz Roja y el puesto de avituallamiento, cojo una botella y le doy un trago. Al empezar a bajar veo a un competidor que se ha ido al suelo, pienso en parar pero no lo hago, las asistencias están cerca y le ayudarán. Recuerdo los consejos de Rafa y Alfonso en la cena del viernes y cuido mucho la bajada y la "gran curva" que tiene una mediana, el suelo está bastante mojado. Me enrolo en un buen tercer grupo con el que voy haciendo relevos, buenas sensaciones, hacemos el giro a la izquierda y seguimos juntos hasta la rotonda de la autopista donde se me escapan unos metros al subir la cuesta del puente, ya no puedo alcanzarlos por más que lo intento y me toca pedalear solo varios kms. en la gran recta que nos conduce a Las Palas. Al final me alcanza otro paquete de corredores en el que me pongo a rueda ya hasta Fuente Álamo. Badenes en los que recuerdo de nuevo a Silvia y sus consejos, quito el plato y doy varias pedaladas suaves para soltar camino de la transición.
En la rotonda pre-transición está Marta sacando fotos y me da gritos de ánimo. Una voluntaria nos alerta de que la alfombra está resbaladiza por la lluvia en la bajada al box, pongo cuidado en no caerme. Dejo la bici y me calzo las zapas y la gorra. Allí esta Javato haciendo su transición, nos saludamos. Empieza el último tramo que se me hace muy duro por el cambio de deporte, vuelve a llover, pisamos riadas de agua que ha ocasionado la pequeña tormenta, en cada revuelta me veo con Javato que, aun sufriendo, hace gala de su gran sentido del humor y me hace gestos cuando nos cruzamos que me ayudan a continuar. También me cruzo con Silvia que ya está terminando y con Rafa, Ignacio, Angelote y el resto. Y en cada vuelta al circuito allí está Marta haciendo fotos y animándonos junto a la otra Silvia. La gente observa la carrera desde las terrazas de los bares, me adelantan muchos triatletas, me dan la pulsera roja y siento que la carrera está acabando, eso me motiva. Último sufrimiento en las cuestas y, ¡por fin¡ recta de meta de frente donde Alfonso me da el último grito de ánimo y varios niños me ponen las palmas para que les golpee, estoy contento, golpeo todas sus pequeñas manos, entro en meta con mi puño derecho cerrado y agitándolo de arriba a abajo en señal de triunfo personal y con el maravilloso regusto que produce haber terminado mi primer triatlón.
Fruta, abrazos, besos, líquido, reencuentro con todos los compañeros, más fotos gracias a Marta y a comentar las mejores jugadas, ¿que puede haber mejor?. Quizá no lo estoy exteriorizando pero estoy tremendamente emocionado.
Dejarse guiar por los sabios, por los veteranos, es acierto fijo. Todo el mundo me aconsejó estrenarme en Fuente Álamo y no estaban, evidentemente, equivocados. Fantástica organización con todas las facilidades a nuestro servicio. Es de agradecer el esfuerzo de los voluntarios para que todo salga rodado en este evento, 21 años de experiencia organizativa dan este resultado. Gracias a todos los compañeros que me han acogido en el equipo como uno más desde el primer día, con los que he convivido y pasado un fabuloso fin de semana. Gracias a Silvia por los consejos técnicos que me han ayudado mucho, a Sara y Miguelo (en la Casa de Campo estaremos juntos peleando con la cuesta del Teleférico) por esas llamadas de ánimo al móvil, a Quique por su grata conversación, a Rafa por su asesoramiento, a Alfonso por aguantar mi "brasa" a diario y a JP, ¡qué decir de nuestro "Querido Presidente"!, por su peculiar estilo a las hora de restar tensión a mi estreno y con quien me he reído hasta decir basta. Mencionar también a Ignacio y a los que he conocido con motivo de este evento: Angelote, Pablo, Javier y Alberto.

Como dije, si la salud y la obligación inevitable me lo permiten, volveré a Fuente Álamo todos los años.




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